Denostado y ninguneado durante años por el ansia de la primera línea de playa, el casco histórico de Jávea-Xàbia brilla hoy como una pequeña joya enlucida de blanco, un laberinto en el que perderse practicando lo que los nativos llaman almorçaret, un "pequeño" picoteo entre las 10 y las 11 de la mañana para el que te damos todas las coordenadas.
El mercado, uno de los emblemas del centro histórico de Jávea, inaugurado en 1946, alberga en su esquina norte el 'Bar Mercat', una pequeña barra, recientemente ampliada anexando la pescadería contigua, en la que ofician Salvador y sus fieles compañeras de mostrador y trastienda.
De su barra salen seductoras tostas, impecables cocas y suculentas tapas. Es muy habitual coincidir con restauradores de la zona, comerciantes del propio mercado y algún que otro turista despistado que cae allí por casualidad.
La oferta suele ser variada, con tres o cuatro sugerencias del día de entre las que destacan, cuando están disponibles, los garrofós guisados o las pelotas de puchero. Son indispensables las cocas de pisto o cebolla, ligeramente crujientes por fuera y esponjosas por dentro, coronadas con un trozo de sangacho en salazón y acompañadas de un variado de encurtidos.
Otro clásico es la tosta Manolo Segarra –el gran clásico del Mercat– consistente en media barrita de pan con tomate rallado, queso blanco tierno, salazones de atún, anchoa, melva y bacalao e hinojo marino y, para los amantes de la casquería, una tapa de sangre y cebolla (sang amb ceba). Destaca la variedad de cervezas de factura mediterránea, desde la popular Estrella Levante murciana hasta la Turia valenciana o la Xábiga del mismo Jávea.
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